Sí debemos cerrar la llave del agua, pero es mucho más importante tomar conciencia de que nuestra responsabilidad y obligación es ir más allá. Revisa tus valores y tus prioridades y sobre todo, tus hábitos.

Por Rosario Sánchez

Estaba leyendo que Bill Gates, el fundador de Microsoft, justo decía que la crisis del clima no se iba a resolver pidiéndole a la gente que consumiera menos, porque resulta utópico creer que vamos a dejar de hacerlo, a cambiar los hábitos así de pronto.

Sin embargo, creo que el mensaje que quiso dar es que seguramente no estará vivo para ver ese cambio. La verdad es que no existen muchas otras opciones y tampoco es algo que se logrará en poco tiempo. Justo ese es el problema que se tiene que resolver: debe haber un cambio de paradigma del agua y de su consumo.

El problema no tiene nada que ver con el agua. El asunto es que hay mucha gente que aún no dimensiona el problema y cree que la concientización y la responsabilidad se debe limitar a cerrar la llave de la regadera o del fregadero. Y claro que debemos cerrarlas, siempre y cuando estemos conscientes de que nuestra responsabilidad y obligación es ir más allá. Revisa tus valores y tus prioridades, pero sobre todo, tus hábitos.

El agua es multidimensional y está ligada a toda actividad productiva del planeta, gobernada por nuestros hábitos de consumo y desperdicio. Por ejemplo, en 2021, se produjo una cantidad de alimentos para satisfacer la demanda correspondiente a 10 mil millones de personas.

En México, se estima que se desperdicia una tercera parte de los alimentos que se producen. Lo que se traduce en que una cuarta parte del agua que consumimos se utiliza para producir alimentos que nadie come. Estamos hablando de 25 millones de personas que pudieran haber sido alimentadas con ese desperdicio.

¿Cuál es la crisis actual? De agua no es, ni tampoco de alimentos. El clima simplemente dejó de ser nuestro aliado. Básicamente el problema es el paradigma actual que está viendo sus límites y sus consecuencias.

Ni Bill Gates ni yo veremos un cambio significativo, pero sí podremos ver el camino. Yo lo veo cuando mi hijo me llama la atención de manera fuerte y autoritaria: “Mamá, se está tirando el agua. No estás cuidando el planeta”.