Rosario Sanchez es investigadora científica senior del Instituto de Recursos Hídricos de Texas de la Universidad Texas A & M. Más allá de su experiencia profesional y académica, es una mujer comprometida con su pasión: cuidar el agua.

Rosario estudia cuencas, pozos, aguas subterráneas y temas afines. Y en sus investigaciones analiza cómo es que la siguiente generación se abastecerá de agua y de dónde la van a obtener. Específicamente, en el estudio del agua compartida en las fronteras de México y Estados Unidos, conocido como aguas transfronterizas.

Métrica para cuidar el agua

Las aguas transfronterizas son una métrica, creada y aún en desarrollo por Rosario, indica el peso estratégico de un acuífero en la frontera, es una medida para conocer qué tan relevante es el cuerpo de agua que está en los límites entre países.

En este afán de divulgar cómo cuidar el agua y la atención que debemos ponerle, Rosario difunde en sus redes sociales (LinkedIn, Twitter, Instagram y Facebook) fotos, datos, información científica e historias de lo que sucede en cualquier continente en torno a la escasez del agua.

Dentro de estas publicaciones, podemos ver ejemplos de las necesidades de cuidar el agua y nuevas formas de ver la situación, como el tema del transbounderiness enfocado al agua, que es un concepto completamente fresco para identificar y medir las aguas subterráneas compartidas entre países, tomando en cuenta diversas variables: económicas, políticas, sociales, informativas, científicas, de contaminación, poblacionales y nivel de vulnerabilidad del asentamiento.

El problema del agua más allá de cuidar el agua

Rosario participa constantemente en conferencias y va directo al tema: “No vivimos una sequía, es una desertificación, es una tendencia hacia un cambio, hacia una reconstitución del paisaje y hacia una nueva aridez: que es menor lluvia y más temperatura. Esto no es una sequía pasajera, esto ya es tendencia”, explica claramente la investigadora.

Rosario no es fatalista, sabe y difunde también las formas de mitigar el problema, “pero hay que hacerlo a tiempo”, dice. No se trata de un problema solo de Monterrey o del oeste de Estados Unidos, que recién estuvieron en las noticias. Es un asunto mundial, que tiene relevancia desde hace décadas.

Inquieta y curiosa, Rosario gusta de abrevar sus conocimientos de fuentes literarias, por ejemplo, de escritores laureados como el portugués José Saramago, de quien cita: “El vocabulario humano aún no es capaz, y probablemente nunca lo será, de saber, reconocer y comunicar todo lo que un ser humano es capaz de experimentar y sentir”.

Esta visión abierta y de múltiples fuentes que hace Rosario en su vida personal y profesional, como científica y diplomática, le dan una perspectiva incluyente y humana. Por ejemplo, ella ha dicho y difundido que los límites, la inclusión y la inversión son claves para atender la actual crisis del agua. Y ella está en esa labor.