¿Cómo se ejerce el derecho humano al agua potable de las personas? ¿Quién lo sanciona?
Por Rosario Sánchez
Estamos llenos de derechos y no sé qué hacer con tantos. El ejemplo más claro que tengo es que hay 600 millones de personas que no tienen acceso a agua potable hoy, aunque tienen el derecho humano al agua.
¿Quién debe velar por todos estos derechos? Todos, es nuestra responsabilidad, porque todos somos derechohabientes, sin embargo, al ser todos responsables, nadie se hace cargo.
Un maestro muy sabio me dijo: no es suficiente decir que las cosas se resuelven con la voluntad política, tiene que haber obligación política. ¿Cómo ejercer la obligación de un derecho que al parecer no tiene un corresponsable? ¿Cómo ejercer la obligación de una voluntad? ¿Cómo ejercer un derecho cuando no hay un responsable? O más bien, cuando todos somos responsables. Estamos llenos de derechos que no se pueden ejercer, que ahogan la capacidad de acción, de respuesta y de reclamo.
El derecho humano al agua me produce una sensación de anillo de compromiso virtual. De una promesa de amor de alguien que no sabemos si existe o, peor aún, de algo que no tiene garantía, pero nos hace sentir bien por lo menos hasta que falte el agua.
Entonces llegará la angustia de la pareja que no existe, del amor que era mentira, de la promesa incumplida, de los plantones en donde sea y para lo que sea, culpando al mundo entero.
Mejor digamos: sí, todos tenemos derecho, y para ejercerlo tenemos que cumplir con nuestra responsabilidad. Ahí no se habla de derechos ni de promesas, sino de acuerdos, de contratos, de responsabilidades.
El agua pertenece a todos, nadie tiene el derecho a asumir un derecho sobre ella. El único derecho lo debe otorgar la magnitud de la responsabilidad. No pueden existir ya derechos aspiracionales sobre el medio ambiente, solo y únicamente responsabilidades en la medida en que se usen, se cuiden o se contaminen.