Hablar del agua en un minuto no es agua clara, tantas cosas suceden y dependen de ella que acotar su importancia a este tiempo es como ser arrastrado por la corriente. Así que ahí voy.

Creo que no había conocido este nivel de estrés, generado por mi incapacidad de grabar sola, única, e inexcusablemente un minuto de un “mensaje” para una red social en la cual tengo que decir lo más importante, lo más natural, lo más original, lo más creativo, lo más de todo en menos de un minuto.

Un minuto en donde debo conectar a la audiencia con mi tema: el agua. El agua en un minuto. ¿Qué puedo decir del agua en 60 segundos? Hablar de la sequía, del proceso de desertificación que experimentamos en todo el mundo, seguido de las inundaciones extremas inmediatas, el cambio climático, la incertidumbre climática, la crisis del modelo productivo, el cambio del paradigma, los límites de nuestros ecosistemas de los cuales dependemos para sobrevivir, de la sobreexplotación, de la falta de incentivos a la conservación, de la negligencia, de la falta de consciencia, del desinterés social por valorar el agua y nuestra forma de vida como la conocemos que, por cierto, ya no podrá continuar como la conocemos. Esta es la nueva normalidad. Y tenemos todo en contra, excepto nuestra capacidad -discutible en muchos casos- de raciocinio, pero sobre todo de adaptación. Eso sí, muchos sufrirán y generalmente son los de siempre. Los más desfavorecidos, las minorías, los pobres y vulnerables son los que pagan la factura más cara.

Todo en menos de un minuto. ¿Será imposible? Sí. ¿Será necesario? También. Intento comprender cómo llegamos a este punto de limitar nuestra capacidad de atención y de comunicación a solamente este periodo.

¿Demasiada información? ¿Demasiada desinformación? ¿Necesidad de aceptación? ¿De adaptación? ¿Qué lugar tiene un tema de sobrevivencia mundial como es el agua, dentro de las redes sociales? ¿Quién habla por el agua? Pocos.

La complejidad acostumbrada de la ciencia nos ha limitado los espacios de expresión, de comunicación efectiva, de socialización de la ciencia, de concientización. ¿Qué pasaría si habláramos del agua más allá de cerrar la llave? ¿De tomar tres litros diarios? ¿De no desperdiciar? ¿Del derecho humano al agua? ¿De perforar más pozos? ¿De que llueve y nos olvidamos luego de la sequía? ¿De qué debemos hablar entonces? ¿Cómo? ¿Qué palabras: urgencia, ignorancia, costumbre, sobrevivencia, límite, planeta? O algo más catastrófico como: ¿Madre, hijos, muerte, enfermedad, sed, hambre, contaminación?

Quizá algo propositivo: cooperación, trabajo en equipo, voluntad, comunicación, respeto, protección, reforestación, captación, conservación, solución. Tal vez palabras más ad hoc al cruel y despiadado 1-minuto y te vas: de agua somos y sin ella no seremos. ¿Será suficiente? Quiero pensar que no.

¿Cómo llegamos a este punto? ¿Y cómo es que nos hemos dejado limitar a un minuto para concientizarnos? ¿Qué dirían Platón, Aristóteles, Shakespeare, que tenían la atención y el tiempo ilimitado de los entonces limitados medios de comunicación? ¡Dónde queda la retórica!

Pareciera una paradoja: entre más medios y formas de comunicación, menos puedes comunicarte. En fin. El reto no es menor. La problemática es de alcance global y el riesgo es apenas predecible. Hablar del agua en un minuto será pues. Utilicemos este estrés de novata, y nos perfilamos a entrar al mundo de lo desconocido en donde nada es realmente real y todo es posible, incluso un mejor futuro.